martes, mayo 15, 2012

Un año después


Hoy es día quince de mayo. Es 15-M. Hoy hace un año que se inició el movimiento social más interesante y espero que más trascendental de la Historia reciente no sólo española, sino también europea y casi mundial. Porque, aunque algunos quieran criticarlo o mostrarlo como algo minoritario o carente de propuestas (cosa muy discutible si leemos su enorme cantidad de propuestas), se trata de un movimiento social que canaliza el descontento de ciertas capas de la sociedad, cada vez más numerosas y cada vez más conscientes de que las medidas que se toman para salir de la crisis lo que están haciendo es condenar al paro y la precariedad a grandes masas de personas.
Que es minoritario, nos dicen… Pues no lo será tanto si ponen tan nerviosos a los que mandan. Claro que, aunque lo fuera, ¿está mal escuchar las propuestas de las minorías? Al fin y al cabo, los banqueros no dejan de ser una minoría de la sociedad...
Y si vemos al 15-M como lo que ha acabado siendo, como un movimiento que trasciende lo español para convertirse en algo global, resulta todavía menos minoritario, porque el ejemplo español se trasladó a otros muchos países de Europa y hasta a Estados Unidos, donde el movimiento Occupy Wall Street ya ha aparecido hasta en alguna serie de la tele (ahora mismo no recuerdo si fue CSI NY o Castle).
¿Carente de propuestas? ¿De verdad? ¿Alguno de los que lo dice se ha molestado en leer las propuestas que hacen para la mejora de la situación política y económica de Europa? Vale que no todas son del todo realistas, pero ahora mismo tenemos en el Gobierno de la nación a un partido que hizo muchas menos propuestas en campaña electoral (y que las pocas propuestas que hizo ya las incumplió).
Y el otro día la Delegada del Gobierno en Madrid lo criticaba diciendo que el 15-M es un movimiento político. ¡¡Pues claro que lo es!! Lo es porque somos ciudadanos, y por lo tanto tenemos derecho a una representación política y una voz que vaya más allá de votar cada cuatro años. Porque somos “animales políticos”.
Seguramente a los políticos y tertulianos de este país les resultará extraño un movimiento que surgió de manera espontánea, que no acepta consignas de partido, que es transversal, porque no representa a un único estrato de la sociedad, que es intergeneracional, porque en él vemos personas de todas las edades, y sobre todo que es horizontal, porque en él no hay líder alguno. Y precisamente por esa extrañeza que les causa, tenemos que escuchar las tonterías que se dicen a diario del 15-M, porque tertulianos y políticos no entienden que a veces hay posibilidades diferentes a las que ellos plantean.
Este movimiento, hermano de la Primavera Árabe y que se desarrolló gracias al poder de unas redes sociales que permiten la coordinación y las organización de las personas en tiempo real, no es sino la expresión del descontento ante los desmanes de una clase política anquilosada y cobarde, incapaz de asumir unas medidas para salir de la crisis que busquen el bienestar de sus ciudadanos y no sólo el bienestar de los bancos.
El 15-M es un movimiento de indignación que, lejos de ser antisistema (antisistema son los banqueros suicidas que nos han llevado a esta situación), lo que intenta es hacer que el sistema sea más eficaz, buscando alternativas desde dentro de él. Y es, sobre todo, la demostración palpable de la madurez democrática de una ciudadanía que ya no acepta el bipartidismo imperfecto que tenemos, de una ciudadanía que ya no se cree las respuestas fáciles y cortoplacistas de unos políticos que sólo buscan el rédito partidista y electoralista. De una ciudadanía que quiere ser parte activa de la Historia política de su país.
Y por eso, su trascendencia va a ser tan grande.

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