Pues sí, colegas, voy a
ver si monto una estafa, que ya está bien. Ahora que nuestro querido
Gobierno se empeña en que los jóvenes que nunca hayan trabajado no
tengan asistencia sanitaria y que va a perseguir a los parados que
cobren la prestación mientras hacen curros en negro (que me parece
bien, pero también molaría que se metieran con los expresidentes
del Gobierno que tienen una pensión vitalicia y a la vez trabajan en
la empresa privada), pero a costa de hacer la puñeta a todos los
demás desempleados, pues voy a ver si estafo a alguien o defraudo a
Hacienda o hago algo así, que en este país esas cosas salen
baratas.
Lo de la amnistía fiscal
para los que defrauden mucho a Hacienda ya es sabido, así que
simplemente vamos a recordarlo para cuando haga falta (eso sí,
vosotros intentad defraudar mil euros, a ver qué os cuenta la
Agencia Tributaria). Pero lo que tiene que ser una pasada es lo de
estafar a gran escala.
Sí, porque si seguimos
el ejemplo de grandes estafadores de este país, como Mario Conde,
uno se puede enriquecer con la apropiación del dinero ajeno y no
pasa nada. Oye, que igual te pillan, pero como no hace falta devolver
el dinero, pues tampoco hay problema. Pasas unos añitos en la
cárcel, con todos los gastos pagados, añitos que entre buen comportamiento, tercer grado y tal, se te
quedan en nada. Y cuando sales tienes todo el
dinero que estafaste, que ahora ya es legalmente tuyo, y encima esa
superioridad moral que da decir “yo ya cumplí mi deuda con la sociedad”.
Luego, escribes un libro o dos, en los que cuentas lo mala que es la justicia que no te miró mal por robar y que no supo apreciar tu creativa contabilidad. Después, sólo queda que algún medio de comunicación te fiche como columnista o tertuliano, y ya puedes decir que sigues trabajando honradamente, pese a que todos sepan que el grueso de tu dinero viene de lo que estafaste. Pero eso a nadie le importa, claro.
Luego, escribes un libro o dos, en los que cuentas lo mala que es la justicia que no te miró mal por robar y que no supo apreciar tu creativa contabilidad. Después, sólo queda que algún medio de comunicación te fiche como columnista o tertuliano, y ya puedes decir que sigues trabajando honradamente, pese a que todos sepan que el grueso de tu dinero viene de lo que estafaste. Pero eso a nadie le importa, claro.
Si es que son todo
ventajas, ¿verdad?
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