Hace
tiempo que no escribo sobre política, porque cada vez me apetece menos
enfrascarme en discusiones. Pero hoy tenía que hacerlo. Después de meses de
incertidumbre, de negociaciones e incluso de tácticas mafiosas, el día 7 de
este mes por fin se pudo investir Presidente del Gobierno a Pedro Sánchez, que
hoy prometió su cargo. Que, aunque no lo voté en las últimas elecciones, me
parece el mal menor en esta situación actual.
Sí
es verdad que la cosa podría haber sido la misma, pero con más apoyos, si los
dos partidos mayoritarios de la coalición se hubieran puesto de acuerdo en
abril. Pero da igual, se hizo ahora y ya está. Por primera vez desde que España
vuelve a ser un país democrático, tenemos un Gobierno de coalición, en el que,
además, hay personas que se sitúan a la izquierda del PSOE, lo que nos puede
hacer esperar que las medidas sociales tengan un peso importante en la política
de este nuevo Gobierno.
Sin
embargo, de toda la sesión de investidura lo que más me preocupa es el papel de
fanáticos vociferantes de los partidos de derechas, que lejos de aceptar el
resultado de las urnas, la única opción viable de formar Gobierno y, en última
instancia, el encargo del rey de formarlo (sí, de ese rey al que tanto
nombran), se comportaron como verdaderos salvajes carentes del más mínimo
sentido democrático. Parece como si quisieran dinamitar todo lo conseguido.
Desde
luego, está claro que no van a permitir que esta sea una legislatura fácil,
pero ya estamos acostumbrados. Sin ir más lejos, Mariano Rajoy, cuando estaba
en la oposición, nos acostumbró al insulto y la mentira como manera de hacer
política, así que no vamos a ver nada que no hayamos visto antes.
Además,
viendo lo que propone este nuevo Gobierno, hace falta ser muy manipulador o muy
ignorante (o las dos cosas), para acusarlos de radicales o estalinistas. Lo que
proponen se enmarca dentro de la tradición socialdemócrata, sin ningún atisbo
de radicalidad. Y si, realmente, la cosa es tan nefasta como nos vaticinan los
de la oposición, ya saben lo que tienen que hacer: dejarse de amenazas y lanzar
una moción de censura para gobernar ellos legalmente. O esperar a que se
vuelvan a convocar elecciones, a ver si pueden ganar de una vez, que ahora
mismo da la sensación de que quieren ganar en las calles lo que no pudieron
ganar en las urnas.
Pero
bueno, no sé cómo va a ser esta legislatura ni si va a durar mucho o poco. Solo
sé que la cosa ya vale la pena solo por ver a la derecha más ultramontana
soltar espumarajos por la boca…
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