2019
ha sido el año que más he leído. Casi sesenta libros y más de treinta cómics. Una
burrada hasta para mí. La verdad, los viajes en transporte público dan para
mucho, y eso se nota. A lo largo de estos doce meses leí en papel y también formato
digital. Leí en castellano y en inglés. Leí novelas, pero también libros de
Historia, Arte, Economía, Política, divulgación científica… Leí cosas de autores
consagrados y textos de autores que empiezan. Algunas cosas me gustaron mucho y
otras me gustaron bastante menos. Descubrí cosas nuevas y releí libros que me
habían gustado. Incluso me decepcionó algún autor que antes me gustaba. A lo
largo de este año, descubrí sagas que me maravillaron, otras que simplemente me
gustaron y otras que me parecieron una completa pérdida de tiempo.
Pero
de entre todos los libros que cayeron en mis manos, este año, el que más me
gustó es uno que ya me había leído hace muchos años: La Historia Interminable.
La
Historia Interminable es el primer libro que me leí hace casi treinta años, y
durante mucho tiempo fue mi libro favorito. Sin embargo, nunca había vuelto a
leerlo, tal vez por miedo a que mi recuerdo no fuera tan bueno como la realidad.
No
obstante, estas Navidades decidí que tenía que volver a echarle un vistazo, y
lo terminé en poco más de una semana. ¿Y sabéis qué? Que los años que pasaron
desde la primera vez que lo había leído no hicieron cambiar mi opinión sobre
él. Me sigue encantando.
Volví
otra vez a encontrarme con Bastián, con Atreyu y con Fujur y con sus aventuras
por salvar Fantasía y a la Emperatriz Infantil. Volví otra vez a recorrer
Fantasía y a encontrarme con sus rocambolescos habitantes. Y no fue como la primera
vez. Fue mejor, porque ahora tengo la experiencia de muchas más lecturas y pude
disfrutar mucho más de lo que me contaba. Pude rastrear referencias a esta
novela que algunos músicos habían dejado en sus canciones. Pude reconocer ideas
que Michael Ende, el autor, había tomado de otros textos. Y también pude darme
cuenta de que, treinta años después, yo también escribo influido por cosas que
leí en ese texto, aunque sin darme cuenta.
Vale
la pena volver a Fantasía.
Por
cierto. La película que se hizo sobre esta novela no le hace, ni de lejos,
justicia.
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