Uno
de los últimos libros que me he leído es La trampa de la diversidad, un
interesante y documentado ensayo de Daniel Bernabé que me hizo replantearme
muchas cosas sobre la izquierda y su papel en la política actual. Además, la
presentación que hizo hace algunas semanas en Oviedo me permitió escuchar muchas de sus
reflexiones en vivo, haciendo así que el interés que ya tenía por su libro
fuera todavía mayor.
Desde
un punto de vista que, en ocasiones, me da la sensación de que es un tanto
pesimista, el autor plantea una cuestión que me parece muy acertada: la
izquierda parece abandonar el discurso de clase para orientarse hacia
reivindicaciones que podríamos definir como “sectoriales”. Estas reivindicaciones
sectoriales, como la lucha feminista, o la reivindicación de los derechos del
colectivo LGTBI, si bien son importantes, no se integrarían en una estrategia
global que relacionase esas luchas entre sí, lo que hace que la lucha se
atomice. A la vez, al no integrar esas reivindicaciones dentro de un discurso
de clase, de clase trabajadora, parece que también se pierde la propia
identidad de la izquierda.
Según Bernabé, toda esta atomización del discurso de izquierda respondería, en realidad, a un interés neoliberal por fragmentar las luchas de la izquierda a través de una serie de ideas que priorizan el individualismo frente a la conciencia común.
Según Bernabé, toda esta atomización del discurso de izquierda respondería, en realidad, a un interés neoliberal por fragmentar las luchas de la izquierda a través de una serie de ideas que priorizan el individualismo frente a la conciencia común.
Al
plantear estas cosas en su texto, el autor ha recibido numerosas críticas, que,
desde mi punto de vista, son totalmente inmerecidas. A través de un análisis
muy documentado, lo que Bernabé hace es describir esa atomización de las
diferentes “luchas” que se están llevando a cabo desde la izquierda,
atomización que, nos dice, estaría muy vinculada al actual neoliberalismo, que
habría eliminado la identidad de la clase trabajadora y sería en parte la
responsable de esa atomización, a través de una deliberada apropiación de las
diferentes “luchas” y de sus iconos, como por ejemplo de la lucha feminista y
de figuras como la de Frida Kahlo. Y, desde mi punto de vista, tiene toda la
razón, ya que estamos viendo como a diario dedicamos mucho tiempo a hablar de cosas que, aunque son muy importantes también, no relacionamos entre sí
dentro de una estructura global, a la vez que dedicamos menos tiempo a plantearnos cuestiones que afectan más
directamente a nuestra vida, como los bajos salarios.
Pero
además, lo que sería verdaderamente grave es que, a la vez que la izquierda
olvida el discurso de clase, la derecha, aunque no lo exprese de manera explícita,
lo sigue manteniendo, y así vemos como el recientemente elegido Presidente de
Brasil, Jair Bolsonaro, recibió apoyos de personas de color, como el futbolista Ronaldinho,
a pesar de que Bolsonaro es abiertamente racista. Eso se debería a que, para
esas personas, es más importante la clase social (alta), que la raza, y por eso
votaron por Bolsonaro.
Pero,
aparte de todo esto, desde mi punto de vista, el mayor valor del libro de
Bernabé consiste en haber planteado un debate sobre la izquierda en la
actualidad que nos debería llevan a replantearnos nuestra estrategia dentro de la izquierda, siendo autocríticos con nuestra postura y buscando una estrategia globalizadora. Ya solamente por eso vale la pena leerlo.
Un
libro para leer con atención, para subrayar mucho y, sobre todo, para reflexionar mucho.
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