No sé si habéis
leído el artículo de Pérez-Reverte del día 2 de julio, en el que habla de la
historia de su tío Lorenzo, que durante la Guerra Civil combatió primero en el bando
republicano y luego se fue a combatir en la División Azul a Rusia durante la
Segunda Guerra Mundial. Con ese artículo, Reverte abunda una vez más en la idea
de que los dos bandos eran iguales y que tan buenos o malos fueron unos como los
otros. Y eso está muy bien… desde su punto de vista.
De hecho, el
otro día estuve tomando algo con un colega historiador, Miguel Menéndez, y
estuvimos comentando ese artículo, así que muchas de las cosas que voy a
escribir ahora salieron de esa conversación y son tan de autoría suya como mía.
Reverte sabe
mucho de Historia porque ha leído mucho, pero eso no lo convierte en
historiador porque le falta cierta metodología de análisis que un historiador debe
tener, y por eso me decidí a escribir este texto. Voy a pasar por alto el hecho
de que llame al historiador Ángel Viñas “sectario” y que diga que está “poco
informado”, que llame historiador a Pío Moa, o que los ponga a los dos al mismo
nivel, y me voy a centrar en la metodología, que para eso yo sí soy historiador.
Para empezar a
hablar de cualquier tema de Historia, como la propia Guerra Civil, aparte de
las lecturas y las reflexiones, hace falta, como dije hace un momento, una
cierta metodología de análisis, que nos lleva a considerar que ser objetivo no
es lo mismo que ser equidistante.
Poner a su tío
Lorenzo como ejemplo de la gente de la época no es un análisis válido, porque
como él seguro que hubo muchos, es verdad, pero sobre todo porque debemos
recordar (y ya lo decía Marc Bloch precisamente en aquellos tiempos) que los
protagonistas de la historia son “los hombres”, los grupos sociales, y no los
personajes individuales, y por eso el análisis no es tan sencillo como los
adalides de la equidistancia nos quieren hacer creer.
La Segunda
República, con todos sus fallos, era un régimen legítimo, y en 1936 hubo unas
elecciones en las cuales resultó ganador el Frente Popular. Pero lo que pasó
después no fue una riña de aficionados al fútbol, sino algo bastante más grave.
Fue que un grupo de personas no aceptó el resultado de las elecciones y dio un
golpe de Estado para intentar subvertir el orden político legítimo. A pesar de
que los sublevados consiguieron controlar algunas zonas, el golpe fue un
fracaso, y por eso después los rebeldes llevaron a cabo una guerra de conquista
sobre el resto de los territorios del país. A partir de ese momento, ya podemos
darnos cuenta de que, en el estallido de la guerra, no podemos hablar de que
los dos bandos fueron iguales.
En lo que se
refiere a la represión en ambas zonas, es cierto que se llevaron a cabo
verdaderas barbaridades por parte de ambos bandos. Sin embargo, debemos recordar que el
bando republicano representaba a un Gobierno legítimo, así que, muchas de las
ejecuciones que se llevaron a cabo lo fueron de acuerdo a la legislación
vigente en ese Gobierno, en la cual se incluía la pena de muerte para los actos
de traición. Sin embargo, el bando sublevado (observad que me niego a utilizar
el término "nacional” para referirme a los sublevados, porque me parece un
término falaz) se acogía a una legislación propia que no era la de Gobierno
alguno, así que no podemos considerar que fueran penas legítimas.
La divulgación
histórica es muy importante, pero más importante es que sea una divulgación
rigurosa y bien hecha. Por eso, a pesar de la utilidad que puedan tener en
ocasiones los textos de Reverte sobre estos temas, no siempre vamos a poder
aceptarlos, y menos si, como en este caso, se sirve de un caso particular, el
de su tío Lorenzo, para intentar convencernos de que todos eran iguales.
Porque no es tan
sencillo.
Representación de Clío, musa griega de la Historia.
Imagen de dominio público tomada de aquí.
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