Hola a todo el
mundo. Y antes de que se me olvide, feliz año.
Como todos sabéis,
yo soy lector de Arturo Pérez-Reverte desde hace mucho tiempo, e
incluso, durante mi adolescencia y los primeros tiempos de mi edad
adulta fue mi escritor favorito. Ahora, sin haber dejado de gustarme,
hay otros que me gustan más. Pues, con vuestro permiso (y sin él
también, que para eso estamos en mi blog), voy a contaros una
anécdota personal.
Mucho antes de
empezar a leer sus novelas, yo ya leía sus artículos en XL Semanal
(o, como se llamaba entonces, El Semanal). Tendría yo trece años, o
puede que un poco menos, y ya era fan de esos artículos. Él acababa
de sacar Territorio comanche y vino a Gijón a firmarlo en la Feria
del Libro, y fui con mi abuela hasta allí. Entonces, ella se ofreció
a comprarme el libro y hacer toda la cola para que me lo firmara. Por
algún motivo que todavía no me explico, pero que supongo que
tendría que ver con el hecho de que era muy joven y no era
consciente de lo que significa tener un libro firmado por un autor
que nos gusta, le dije que no. Y a pesar de lo mucho que insistió,
no hubo forma de convencerme.
Tiempo después, ya
no pude evitar la curiosidad por conocer las novelas de Reverte, y
fue precisamente mi abuela la que me regaló para Reyes las dos
primeras novelas suyas que leí, El maestro de esgrima y El club
Dumas. Y con los años, fui leyendo casi todos sus libros, y muchos
además los tengo en mi estantería, entre ellos, Territorio
comanche. Y a lo largo de esos mismos años tuve clavada una espina:
la de no tener ese libro firmado, porque ya me había dado cuenta de
que había cometido un error enorme al no querer su firma aquel día.
Pues bien, el pasado
mes de diciembre, coincidiendo con la publicación de su última
novela, El francotirador paciente, XL Semanal hizo un sorteo de
veinticinco copias firmadas y dedicadas de ese libro, y, por algún
motivo, sentí la necesidad (no las ganas ni el interés, la
necesidad) de participar, además con la extraña convicción de que
era muy probable que ese libro cayese en mis manos muy pronto.
Y no me equivocaba,
porque yo fui uno de los ganadores y llegó a mi casa el miércoles
día 8 de enero, como un regalo de Reyes un tanto retrasado. Y no
pude evitar sentir, cuando abrí el libro y vi la dedicatoria (“A
Pablo Folgueira Lombardero de su amigo AP-R”), que me había sacado
aquella espinita que había tenido durante buena parte de mi vida de
lector.
Ahora, voy a
contaros un poco de qué va (a fin de cuentas, si habéis aguantado
hasta aquí, algo interesante os tendré que contar, ¿no?): Lex es
una doctora en Historia del Arte que trabaja para galeristas y
editores de libros de Arte buscando a artistas emergentes, que recibe
el encargo de encontrar a un misterioso grafitero que firma como
Sniper, para que un importante editor le haga la típica oferta que
no va a poder rechazar.
Estructuralmente, es
una novela que no tiene tramas secundarias que nos distraigan de lo
principal, y eso me pareció de agradecer, porque en ocasiones, las
tramas secundarias pueden hacernos perder el hilo de lo que importa
(estoy pensando en el caso de El asedio, que quizá sea la novela de
Reverte que menos me ha gustado). Por otro lado, el estilo ha
recuperado la fluidez que me enganchó en las primeras novelas suyas
que leí, de forma que leer un poco más cada vez era casi adictivo.
Los capítulos cortos también ayudaban.
Y lo que más me
gustó fue el final, inesperado y explicado por algo que siempre
había estado ahí, pero que no entendimos hasta que fue necesario
que lo hiciéramos.
Puedo decir que El
francotirador paciente es la novela reciente de Arturo Pérez-Reverte
que más me ha gustado desde que leí El pintor de batallas.
Echadle un vistazo,
hombre, que vale la pena.
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