Hola a todo el
mundo:
Mi intención hoy
era empezar a pensar en las vacaciones. O, por lo menos, en lo más
parecido a unas vacaciones que puede tener un tío como yo. Así que
lo que quería era empezar con un texto ligerito, de los que no hacen
pensar, hablando de música, de cine, de literatura o de cualquier
tema amable. Pero no hay manera, leñe. Este (des)Gobierno se empeña
en amargarnos la vida. Y es que, por si fuera poco todo el mal que
llevan hecho hasta ahora, esta semana nos han dado otros dos
disgustos.
En primer lugar, en
el BOE se publicó que el Ministerio del Interior va a gastarse cerca
de medio millón de euros en una tanqueta que dispara agua, para que
los antidisturbios puedan dispersar a los manifestantes,
justificándolo con la situación social. Y eso que no hace tanto que
salió Wert diciendo que lo que se monta aquí son “fiestas de
cumpleaños” comparado con lo que pasa en otros países. Que es
verdad, eh. Aquí, en realidad, para lo que podía estar pasando, no
pasa nada. Para los (muchos) motivos que el (des)Gobierno nos está
dando, tampoco estamos haciendo nada. Entonces, ¿qué necesidad real
hay de gastar esa pasta en la tanqueta, habiendo tantos gastos mucho
más urgentes e importantes?
Y luego Gallardón,
con lo majo que parecía (cuando todavía no lo conocíamos), se saca
de la manga una reforma de la ley del aborto, que restringe el
derecho a la interrupción del embarazo hasta dejarlo solo dos
supuestos, cuando hasta ahora teníamos cuatro. Ya escribí sobre
este tema varias veces (la última la podéis leer aquí), así que
no me voy a repetir. Lo único que voy a decir es lo obvio (que, a
fin de cuentas, estoy de vacaciones y no quiero pensar demasiado):
a) Que la existencia
del derecho al aborto no implica la obligación de abortar.
b) Que restringir
ese derecho no va a hacer que el aborto desaparezca.
c) Y que en países
en los que las restricciones son mayores, hay un aumento de los
abortos clandestinos, con el lógico aumento de las muertes de las
mujeres que se someten a ellos.
O resumiendo: Que
las personas que optan por el aborto toman esa (dolorosa) decisión
con mucha menos ligereza que el (des)Gobierno a la hora de legislar
sobre este tema.
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