Hola a todo el
mundo.
El viernes me
levanté para coger un autobús para irme a León con alguien muy
especial (¡¡qué frío pasamos!!), pero antes de entrar a la ducha
me conecté a internet y me encontré con un trending topic en
Twitter que no por esperado me hizo gracia: Esa noche había
fallecido Nelson Mandela.
Y si lo sentí
profundamente es porque probablemente se trate de una de las personas
a las que más he admirado a lo largo de mi vida. Por su compromiso
político, por su lucha infatigable por la igualdad y, sobre todo,
por su firme apuesta por la reconciliación.
Sí es cierto que
formó parte de un movimiento armado, pero había dejado atrás ese
pasado, lo que hace que las palabras de quienes aún hoy lo llaman
“terrorista” tengan un escaso valor. Pero lo más importante que
podemos decir de Madiba es que, después de pasar 27 años en la
cárcel, consiguió salir sin odiar, apostando por una Sudáfrica en
la que negros y blancos vivieran con los mismos derechos. Y ese es su
principal legado.
Nelson Mandela ha
muerto, pero su legado ya es eterno.
Por cierto, un par de pelis sobre él:
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