Muy buenas, camaradas:
El pasado sábado me acerqué hasta el cada vez más polémico y criticado Festival de Cine de Gijón para ver qué nos encontrábamos por allí. Mis colegas me dijeron que la peli que habían visto la noche anterior, la alemana Masks, les había gustado mucho, así que volví a fiarme de su criterio y nos acercamos a ver No quiero dormir sola, película mexicana dirigida por la recién llegada Natalia Beristáin, que venía de ganar varios premios en otros festivales.
Esta peli, que alguien un poco pedante podría calificar de "drama costumbrista" (esperad, éste es mi blog, puedo decir lo que quiera, así que me sumo a lo de "drama costumbrista"), nos cuenta la historia de Amanda, una chica que, para poder dormir, necesita tener a alguien a su lado, pero cuya vida se ve trastocada cuando se ve obligada a hacerse cargo de su abuela, Dolores, una actriz retirada con demencia senil y que necesita del alcohol para poder sobrellevar la vida.
La relación que se establece entre estas dos mujeres se convierte de esta manera en la trama principal de la película, una trama que se desarrolla con demasiada lentitud, a pesar de que se trata de una peli bastante corta (no llega a la hora y media).
Personalmente, no la recordaré como una de las mejores películas que vi en el Festival (tal vez, las que más me gustó a lo largo de estos años fuera The Future, de la que os hablé hace un año, o la francesa Des poupeés et des anges, que la vimos hace ya cuatro), pero se deja ver. Eso sí, os advierto que si no os gustan las películas lentas, ésta os va a parecer un rollazo.
Y a quien la vea: Estad atentos al final, que se os puede pasar por alto el final de la historia.
Nos vemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario