El
verano nos permite hacer muchas cosas. Podemos descansar, viajar, ir al
gimnasio, leer, tocar un instrumento, ver películas que tenemos aparcadas…
Muchas cosas. Y yo estoy intentando hacerlas todas.
De
hecho, en Oviedo está habiendo una iniciativa muy interesante, titulada “Cine a
la luz de la luna”, que consiste en proyectar películas, algunas clásicas,
otras recientes, en enclaves de la ciudad durante la noche. Y nosotros
decidimos acercarnos a ver Cantando bajo la lluvia.
No
voy a mentir. Yo ni siquiera sabía de qué iba. Sabía que era un musical y había
visto por la tele un montón de veces el número clásico de Gene Kelly, pero nada
más. Ni siquiera sabía que era una comedia. Por todo ello, la vi con mucha
curiosidad.
Y
me encontré con una película que me gustó mucho más de lo que me esperaba. Un ejercicio
de cine dentro del cine que juega con la música y el baile como elementos
narrativos al mismo nivel que los diálogos, lo que enriquece el resultado
final.
Con
la excusa de mostrar el paso del cine mudo al cine sonoro y todas las
transformaciones a las que obligó en la propia actividad cinematográfica, nos
presenta a una serie de personajes inteligentes, incluso cínicos en algunos
momentos, que van buscando su sitio en ese nuevo cine que está surgiendo. Además,
muestra también la manera en la que se veía a los actores cine cuando todavía
era mudo frente a la imagen de los actores de verdad, que eran los de teatro.
Pero
aparte de todas estas reflexiones, es una peli muy entretenida que nos hará
pasar un rato muy chulo.
Vedla,
disfrutadla… y compraos un chubasquero amarillo.
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