¿Otra vez elecciones? ¿De verdad?
Pues sí. Después de cuatro meses en los que hemos tenido la oportunidad de ver
el lamentable espectáculo de nuestros políticos, al final va a tocarnos volver
a votar.
Esos niños malcriados que no
querían compartir el juguete y cuyo único interés era que el otro niño no
jugase con él, no han sabido ponerse de acuerdo y ahora tenemos que volver a
elegir entre ellos.
Ha habido supuestas negociaciones,
propuestas de poner como candidato a la Presidencia a un independiente (es decir, a un
hombre de paja al que pudieran manipular) y mil y un tonterías más, para, al
final, quedarnos como estábamos.
Ahora ya sabemos qué proponen cada
uno y cuál es su programa explícito. Entonces, ¿qué sentido tiene una nueva
campaña? ¿Van a ser capaces de convencernos de que los votemos si en diciembre
votamos a los otros? No lo creo. Como mucho, podrían movilizar a unos pocos
que, aburridos, hayan decidido quedarse en casa. Pero no sé, desde mi punto de
vista, la campaña va a ser poco útil.
No voy a caer en la demagogia de
decir que la deberían pagar ellos, porque, en realidad, su dinero sale de
nuestros mismos bolsillos, así que no cambiaría nada. Pero sigo creyendo que la
campaña de poco nos va a servir.
O, al menos, de tan poco que no
creo que cambie gran cosa.
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