Hola a todo el
mundo:
Esta semana hemos
podido escuchar muchas noticias de muy diverso calado, pero, sin
embargo, la que más me ha llamado la atención es la del niño contagiado de difteria que está ingresado muy grave en el hospital
Vall d’Hebrón (Barcelona). Y me llamó la atención porque se
trata de un niño infectado por una enfermedad prácticamente
erradicada, de la que no se había detectado ningún caso en nuestro
país desde los años ochenta. ¿Y por qué no había habido caso
hasta ahora? Pues porque existe la vacuna, una vacuna que, no
obstante, no se le había administrado a este chaval. ¿Por qué?
Pues porque sus padres consideraron que no hacen falta vacunas.
Ahora que el niño
sigue grave, pero bajo un tratamiento que tuvo que venir desde Rusia
en valija diplomática después de buscarlo sin éxito por varios
países, determinados medios de comunicación aseguran que se ha reabierto eldebate entre los pro y los anti-vacunas. Y no es así. No hay debate
alguno. Lo que hay es la dialéctica entre la ciencia y unas personas
que, bien por desinformación o bien por ideología, no quieren
aceptar el consenso científico. Un consenso científico que ha
servido para que ciertas enfermedades, como la viruela, ya no sean un
peligro para las personas.
No vacunar no
debería ser una opción, porque no solo se está poniendo en riesgo
la vida de los niños a los que no se les suministra la vacuna, sino
porque también se puede poner en riesgo la vida de las personas de
su entorno. Además, ante un caso como el que nos ocupa, hemos de
recordar que, al tratarse de enfermedades de las que hace mucho
tiempo que no se ha dado ningún caso, los médicos tendrán una
experiencia escasa (o incluso nula) en lo que respecta a su
tratamiento, lo que hará que sea más difícil responder ante ellas. Y por eso es más de agradecer la labor de los profesionales de la Sanidad pública de nuestro país, que pudieron reconocer y responder adecuadamente cuando era la primera vez que se enfrentaban a la enfermedad.
Desde mi punto de
vista, no hay debate. Solo están la ciencia y las creencias.
Pero la única que
puede salvar vidas es la ciencia.
Por cierto, aquí os dejo un vídeo muy divertido sobre este tema:
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