Hola a todo el mundo:
Que no hay manera. No hay
manera de ver una buena noticia.
Por un lado: ¿Os
acordáis de Díaz Ferrán? Sí, hombre, el que a la mientras andaba
diciendo que Esperanza Aguirre era una tía cojonuda o que la mejor
empresa pública era la que no existía, también mandaba a la
quiebra sus propias empresas. El que nos decía que había que
trabajar más y cobrar menos. Pues resulta que lo han pillado por alzamiento de bienes (o sea, por robo) y blanqueo, y encima con dinero en Suiza. O
sea, que el que tenía que haber sido ejemplo para todos los
empresarios de este país resulta que era un mangante de la peor
calaña. Y luego tenía las narices de andar por ahí dando lecciones
a la gente.
Ahora, como dijo Ignacio
Escolar en un artículo, ¿alguien se imagina lo que tendríamos que
escuchar desde el PP o desde los medios de comunicación de derechas
si en vez de empresario hubiera sido sindicalista?
Por otro lado, el
Presidente del (des)Gobierno y sus secuaces se empeñan en amargarnos
la vida. Que si hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.
Que cómo se nos ocurría comprar teles de plasma y largarnos de
vacaciones por ahí. Olvidando que quien con su dinero compraba lo
que quería o se iba a donde quería, no estaba viviendo por encima
de sus posibilidades, sino gastando su dinero como más le gustaba.
Claro que igual lo que nos quieren decir es que hay cosas que no
estaba bien que hiciéramos, que sólo deberían hacerlas
determinadas personas “privilegiadas”, porque no todos somos
iguales.
Pero no sólo es eso, es
que también han presentado el borrador de una nueva Ley educativa (y
ya van…) que nos retrotrae a momentos demasiado pretéritos y que
se suma a los recortes. Y acaban de meter un palo a las pensiones de
alucinar, rebajando todavía más el poder adquisitivo de unos
pensionistas que ya tienen que pagar los medicamentos. Y hacen
recortes en la Sanidad a la vez que intentan imponer el repago. Y el
paro sigue subiendo. Y encima, tenemos que escucharlos día sí y día
también diciendo tonterías que sólo demuestran la incompetencia de
los miembros del (des)Gobierno.
Y ya que estamos, voy a
dejaros dos reflexiones que a lo mejor no tienen que ver con la línea
argumental del texto (o igual sí, da lo mismo), pero que me apetecía
compartir:
a) Si un padre es
responsable civil subsidiario de las cosas malas que hagan sus hijos
menores, ¿no debería serlo también el gobernante de los desmanes
que cometan los cargos que nombró a dedo?
b) Cuando un político es
corrupto (como tantos y tantos en este país) no sólo queda mal él
mismo o su partido, sino toda la clase política y todo el sistema en
sí mismo, dando lugar a la desafección de la ciudadanía de la
cuestión política.
Si es que últimamente me
están poniendo de un mal humor…
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