Puff, cuánto tiempo sin leernos, ¿verdad?
Lo cierto es que se me complicaron un poco las cosas, porque lo que os voy a contar hoy ya hace más de un mes que lo tenía pensado. De hecho, ya le había comentado a uno de vosotros hace unas cuantas semanas que iba a escribir esto, aunque tampoco di demasiados datos sobre cómo iba a ser el texto. Pero claro, primero una serie de noticias que me llevaron a escribir un texto que no tenía pensado, después tuve una semana de éstas de infarto que tengo de vez en cuando, luego la semana pasada tuve varios "problemas logísticos" que hicieron que mis interacciones en la red se redujeran al mínimo, y estos días pues tuve que terminar otras cosas antes de ponerme a escribir. Pero bueno, por fin pude volver a sentarme aquí para compartir algo con vosotros.
Esta vez os voy a comentar un artículo que leí hace, ya os digo, hace mes y pico. Se trata de un artículo de una revista inglesa, BBC Focus Magazine, titulado, en clara referencia a la serie Expediente X, "I want to believe" (eso, "quiero creer", es lo que aparecía en el poster que estaba colgado en el despacho de Mulder y Scully), y firmado por Mark Blackmore (concretamente, el artículo se encuentra en el número 197 de la revista, publicado en 2008, en las páginas 57 a 60).
En ese artículo se habla de las teorías de la conspiración, y se enuncia una hipótesis interesante sobre ellas: que a veces la verdadera conspiración no es la que "destapa" la teoría, sino el hecho de que alguien se moleste en desarrollar esa teoría, porque la confeccionaría para conseguir algo.
Por ejemplo: Si surge una teoría según la cual el mundo está gobernado por un grupo de personas poderosas y acaudaladas que se sitúan en la sombra, dominando a los Gobiernos y decidiendo el futuro de todos, aquéllos que la crean concluirán que da igual a quién votemos, porque al final los que van a gobernar serán esos poderosos. Entonces surgiría la apatía, la gente dejaría de votar y de implicarse en el funcionamiento de la sociedad (o si lo preferís, del sistema), y así tendríamos un caldo de cultivo perfecto para que, con sociedades pasivas y carentes de motivaciones políticas, éstas fueran los perfectos receptores de mensajes de todo tipo, porque una sociedad apática es más manipulable, y así recibirían desde mensajes simplemente publicitarios a mensajes que les convenciesen de cualquier cosa. Por ejemplo, de que los culpables de la crisis no son los mercados, sino los inmigrantes (fijaos que el crecimiento de los grupos ultras suele coincidir con épocas de crisis).
Ahora pongamos otro ejemplo: Imaginemos que en un país X estuviese a punto de haber elecciones. Y que, de pronto, hubiese un salvaje atentado terrorista, debido, tal vez, a alguna decisión errónea del Gobierno. Entonces, se produce un vuelco electoral y el partido de la oposición gana las elecciones. Supongamos ahora (es una hipótesis que nada tiene de real, no vayais a pensar, je, je), que desde medios de comunicación afines al partido que acaba de salir del Gobierno se empieza a decir que el atentado fue orquestado por el partido que ganó las elecciones junto con un grupo terrorista, diciendo así que lo que hubo fue una conspiración para forzar un cambio de Gobierno. Pero, ¿no podríamos pensar también que la conspiración está en las propias declaraciones de esos medios, que soltarían esa teoría con intención de desligitimar al Gobierno que acaba de empezar su andadura y así beneficiar a los que ahora están en la oposición?
Pensad en ello.
Un abrazo.
Lo cierto es que se me complicaron un poco las cosas, porque lo que os voy a contar hoy ya hace más de un mes que lo tenía pensado. De hecho, ya le había comentado a uno de vosotros hace unas cuantas semanas que iba a escribir esto, aunque tampoco di demasiados datos sobre cómo iba a ser el texto. Pero claro, primero una serie de noticias que me llevaron a escribir un texto que no tenía pensado, después tuve una semana de éstas de infarto que tengo de vez en cuando, luego la semana pasada tuve varios "problemas logísticos" que hicieron que mis interacciones en la red se redujeran al mínimo, y estos días pues tuve que terminar otras cosas antes de ponerme a escribir. Pero bueno, por fin pude volver a sentarme aquí para compartir algo con vosotros.
Esta vez os voy a comentar un artículo que leí hace, ya os digo, hace mes y pico. Se trata de un artículo de una revista inglesa, BBC Focus Magazine, titulado, en clara referencia a la serie Expediente X, "I want to believe" (eso, "quiero creer", es lo que aparecía en el poster que estaba colgado en el despacho de Mulder y Scully), y firmado por Mark Blackmore (concretamente, el artículo se encuentra en el número 197 de la revista, publicado en 2008, en las páginas 57 a 60).
En ese artículo se habla de las teorías de la conspiración, y se enuncia una hipótesis interesante sobre ellas: que a veces la verdadera conspiración no es la que "destapa" la teoría, sino el hecho de que alguien se moleste en desarrollar esa teoría, porque la confeccionaría para conseguir algo.
Por ejemplo: Si surge una teoría según la cual el mundo está gobernado por un grupo de personas poderosas y acaudaladas que se sitúan en la sombra, dominando a los Gobiernos y decidiendo el futuro de todos, aquéllos que la crean concluirán que da igual a quién votemos, porque al final los que van a gobernar serán esos poderosos. Entonces surgiría la apatía, la gente dejaría de votar y de implicarse en el funcionamiento de la sociedad (o si lo preferís, del sistema), y así tendríamos un caldo de cultivo perfecto para que, con sociedades pasivas y carentes de motivaciones políticas, éstas fueran los perfectos receptores de mensajes de todo tipo, porque una sociedad apática es más manipulable, y así recibirían desde mensajes simplemente publicitarios a mensajes que les convenciesen de cualquier cosa. Por ejemplo, de que los culpables de la crisis no son los mercados, sino los inmigrantes (fijaos que el crecimiento de los grupos ultras suele coincidir con épocas de crisis).
Ahora pongamos otro ejemplo: Imaginemos que en un país X estuviese a punto de haber elecciones. Y que, de pronto, hubiese un salvaje atentado terrorista, debido, tal vez, a alguna decisión errónea del Gobierno. Entonces, se produce un vuelco electoral y el partido de la oposición gana las elecciones. Supongamos ahora (es una hipótesis que nada tiene de real, no vayais a pensar, je, je), que desde medios de comunicación afines al partido que acaba de salir del Gobierno se empieza a decir que el atentado fue orquestado por el partido que ganó las elecciones junto con un grupo terrorista, diciendo así que lo que hubo fue una conspiración para forzar un cambio de Gobierno. Pero, ¿no podríamos pensar también que la conspiración está en las propias declaraciones de esos medios, que soltarían esa teoría con intención de desligitimar al Gobierno que acaba de empezar su andadura y así beneficiar a los que ahora están en la oposición?
Pensad en ello.
Un abrazo.
2 comentarios:
Hola Pablo, interesante artículo, ya que expones una realidad: cuando el ciudadano no sabe lo que está realmente detrás de lo que sucede se dan grandes vaivenes en el voto. No hay más que comparar los resultados de las elecciones europeas (en los q muchos ciudadanos no saben realmente qué tipo de cámara están eligiendo) y los de las municipales, donde conocen casi a nivel personal a los candidatos.
En cuanto a las conspiraciones y cortinas de humo son viejas como el mundo. La clásica teoría de la "bala mágica" y la "aguja hipodérmica" que creo q fueron acuñadas en la I Guerra Mundial. Desde entonces la propaganda y la rumorología fue considerada un arma de guerra a gran escala (véase por ejemplo las anécdotas de Skorzeny en las Ardenas).
Pero hay cosas que ya no son cuestión de fe: existen poderes por encima de los políticos y de los estados: los grandes mercados, las fuentes de energía planetarias, las divisas, los llamados "sectores estratégicos"... son grandes juegos macroeconómicos en los que los presidentes nacionales sólo son peones, y los votantes ni eso. No hay más que ver qué ha pasado a significar en la economía europea el término "Pearl Harbor".
Y cuando un presidente fue votado con un mensaje y, en base a la gran realidad a la q se enfrenta, debe cambiar de política, pues claro que se produce el desencanto entre los votantes. Sobre todo entre aquellos que creían en los Reyes Magos y que pensaban que la realpolitik era cosa de otros.
En cuanto a tu referencia al 11-M, viejo amigo, ya está muy anticuada: han pasado 6 años y la política española ha cambiado muchísimo. Por supuesto ha sido el caso más terrible de propaganda pre y post electoral de Occidente, pero creo (como mucha gente) que todavía falta mucho para que se sepa toda la verdad y para qeu podamos hablar de ello tranquilamente. Ya nadie habla de ello porque ahora mismo hay cosas más inmediatas encima de la mesa: ¿ruptura UGT-PSOE? ¿Alianza PP-PNV? ¿Qué van a hacer los nacionalistas en los próximos presupuestos? ¿qué le conviene más a los barones del psoe, q caiga ZP antes de las municipales para salvar el tipo, o q el colapso del zapaterismo se lleve por delante gran parte del poder local socialista? ¿Cuándo va a rendirse ETA y cómo lo manejará el gobierno en la presente coyuntura?
Barrionuevo dijo que cuando ETA desaparezca, él contará todo lo que sabe sobre los GAL, lo q significa que esa página de la historia española aún está por conocerse, y con ella gran parte de lo q sabemos de ETA.
No son conspiraciones, son grandes movimientos cuya explicación aún no conocemos.
Un fuerte abrazo. Pedro.
Hola, Pedro, gracias por pasarte por aquí.
La referencia al 11-M sí es verdad que es anticuada, pero la puse porque me pareció el ejemplo más claro y a la vez más cercano de lo que quería explicar. De hecho, si me hubiera quedado sólo con el primer ejemplo, mi texto hubiera sido poco más que una traducción del artículo que me dio la idea. O sea que no fue porque tuviera ganas de polemizar porque sí, sino simplemente para aportar algo a lo que estaba escribiendo.
Un abrazo.
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