sábado, mayo 08, 2010

Ladrones de sueños


Anoche en la Sala Albéniz de Gijón volvieron a actuar Avalanch presentando su nuevo disco, El ladrón de sueños. Y allí nos fuimos el Garry y yo, comentando que siempre habíamos dicho que Avalanch no eran nuestro grupo favorito. Pero creo que después de haberlos visto en menos de dos años seis veces él y cuatro yo, nuestra opinión puede haber cambiado. Y después del concierto de anoche, más todavía.
Llegamos a la sala cuando estaba a punto de dar la hora en que debían abrirse las puertas, pero nos encontramos con un cartel que indicaba que la apertura se iba a retrasar una hora. Menos mal, por otro lado, porque si las puertas se hubieran abierto de verdad a las ocho y media, el concierto hubiera terminado muy pronto, porque además no había teloneros. Usamos el tiempo adicional para tomar un par de cervezas y para comentar las canciones del disco que venían a presentar, que nos muestran a unos Avalanch más melódicos y bastante más progresivos, cada vez más lejanos de los Avalanch powermetaleros de sus inicios.
A eso de las diez, una intro interrumpió la música de ambiente de la Albéniz y salieron a las tablas Ramón Lage, Alberto Rionda y sus compañeros, que iniciaron la descarga con "¿Dónde estoy?", uno de los nuevos temas del grupo. La siguió una espléndida "Ángel de la muerte", antes de que sonaran "Aún respiro" y "Papel roto", que es una de mis favoritas. El concierto continuó con "La cara oculta de la luna", a la que siguió otro tema nuevo, "Nunca es tarde".
Volvieron a recordar su disco anterior con "Otra vida", después de la que sonó "Ecos de vida", que no es un tema que me guste especialmente. Atacaron después "Delirios de grandeza" (que, por cierto, hoy me enteré de que recrea una teoría de Platón, qué cosas, ¿verdad?), "Niño" y "Del cielo a la tierra". Antes de la falsa despedida interpretaron "Xana" (como ya os expliqué en las crónicas de otros conciertos, las xanas son unas ninfas de las aguas de la mitología asturiana) y una "Lucero" que sonó espléndida.
No me atrevería a decir que lo que vino después fueron unos bises al uso, porque interpretaron no una ni dos canciones, sino nueve, de forma que fue como una segunda parte del recital propiamente dicha. La iniciaron con la versión instrumental de "Santa Bárbara", con todo el público cantando su letra (que comentábamos Garry y yo si el público de fuera de Asturias la cantaría también; eso sí, el día que hagan una versión con letra les iba a quedar bordada). La siguiente que tocaron fue la emotiva "Vientos del sur", junto con "Xana" y "Delirios de grandeza" los únicos recuerdos a sus inicios. Volvieron a su nuevo plástico con "Mil motivos", "El ladrón de sueños" y una "Sin rumbo" que tocaban en directo por vez primera y en la que Ramón se desmarca de su registro habitual cantando con una voz aguda que casi no parece propia de él. El final del concierto fue con cuatro trallazos demoledores como son "Alas de cristal", "Pies de barro", "Semilla de rencor" y una "Lágrimas negras" que hizo que nos desgañitáramos como posesos.
En resumen, un concierto muy bueno, con unos músicos muy cohesionados que, lejos de vivir del pasado, creen en lo que hacen y dan cancha a sus temas más recientes. Y que además, cada vez lo hacen mejor. El sonido fue bastante bueno, a excepción de algunos acoples bastante puñeteros que deslucieron algunos momentos de la actuación. Pero por lo demás, fue un gran concierto que nos mostró lo grandes que pueden ser estos chicos.
Nos vemos.

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