El pasado sábado día 23, en la Sala Otto de Gijón (curioso lugar para algo así) hubo un concierto de los que yo llamo "de currículum", o sea, de un gurpo que no me entusiasma pero que hay que ver: Y es que actuaba un importante pedazo de la Historia del Heavy español: Ñu.
A pesar de llevar casi cuarenta años en esto, no es un grupo demasiado conocido, así que cuando alguien me pregunta qué música hacen yo suelo definirlos como "Mägo de Oz con menos influencia de Iron Maiden y más influencia de Jetro Thul"; normalmente me suelen pedir más explicaciones, así que añado "Como si Mägo de Oz en vez de ser del siglo XXI fuesen un grupo de los setenta".
Por las filas de este grupo han pasado nombres tan ilustres como el patriarca Rosendo Mercado, Chiqui Mariscal, Jero Ramiro, Niko del Hierro o, en la actualidad, el legendario Manolo Arias. Eso sin olvidar, por supuesto, a su líder, el cantante y multiinstrumentista José Carlos Molina.
Llegamos a la sala y nos dimos cuenta de que el escenario estaba en un sitio poco propicio, ya que delante no cabía demasiada gente. Pero bueno, tampoco éramos tantos. Lo siguiente que vimos es que éramos los más jóvenes del lugar.
Con cierto retraso sobre la hora prevista (que ya era tardía) se subieron al escenario Molina y los suyos. Empezaron el recital con "Animales sueltos", a la que siguió "Manicomio". Molina pide que suban la luz para "vernos las caras" y porque aquello parecía "un puticlub" y atacan el clásico entre los clásicos: "No hay ningún loco". Y a pesar de que no había locos, la demencia siguió con "La granja del loco", seguida de "Títeres".
Molina suelta su flauta travesara y se cuelga una guitarra acústica con la que interpretó un tema que yo desconocía. Después siguieron con la cañera (como dijo Molina, "guerrera") "Preparan" a la que siguió un instrumental en el que se lucieron el guitarrista Manolo Arias y, sobre todo, el batería Javier Arnaiz "Bumper". Molina vuelve a coger la acústica y hacen una emotiva "Tocaba correr", seguida de otro instrumental con el que, en palabras del cantante, querían homenajear a Jetro Thul y en el que se lució el teclista Peter Mayr, sublime con ese órgano Hammond que da al grupo un sonido cercano a Deep Purple.
Está claro que la música de Ñu no es para "desfasar", sino para disfrutar de lo buenos músicos que son, así que disfrutamos igual de este largo "intermedio" instrumental (y del que vendría después, jejeje).
Lo malo de que el concierto fuera tan tarde es que la gente llegó un poco "cargada", de forma que el comportamiento de parte del público no era del todo cívico, lo que molestaba a un José Carlos Molina que ya hacía rato que demostraba pocas ganas de ser majo (que normalmente NO lo es). De hecho, en cierto momento dijo algo así como "¿Qué pasa? ¿Que soy antipático? Pues traed al Yosi" (se refería al cantante de Los Suaves, y yo pensando "A mi Yosi no me lo toques...").
Después de otro tema instrumental que, según dijo Molina era para un programa de televisión, éste volvió a coger la acústica para interpretar una versión sorprendente de "La bailarina", en la que Molina, además, hizo un breve solo de flautín, y en cuya coda tocó también la flauta travesera.
La cosa tocaba a su fin, y así hicieron "Cuentos de ayer y de hoy", "El flautista" y, para cerrar antes de los bises, "El tren", con dedicatoria irónica a los extintos Leño (que en su época lideró Rosendo).
Parecía que se retrasaba su vuelta al escenario, y al asomarnos un poco a un lateral, vimos a Chalsetto (de los 40 Principales y el responsable de buena parte del movimiento de conciertos de Rock en Asturias) hablando con Molina, suponemos que intentando convencerlo para que volviera. Afortunadamente lo consiguió y los Ñu volvieron a subirse al escenario a interpretar un "Más duro que nunca", en el que Molina volvió a cambiar su fiel flauta por otro instrumento, en este caso, una armónica.
Ya eran casi las tres de la mañana y la actuación se terminaba. Balance final: un sonido bastante bueno, un repertorio bien elegido aunque algo corto (se echaron de menos temas como "Robin Hood" o "Marisoka"), unos músicos muy buenos y un José Carlos Molina borde y antipático como pocos, pero también carismático y, para qué mentir, perfectamente conocido por todos los que estábamos allí, así que nadie se extrañó de su antipatía.
Nos veremos en el próximo concierto.
Por las filas de este grupo han pasado nombres tan ilustres como el patriarca Rosendo Mercado, Chiqui Mariscal, Jero Ramiro, Niko del Hierro o, en la actualidad, el legendario Manolo Arias. Eso sin olvidar, por supuesto, a su líder, el cantante y multiinstrumentista José Carlos Molina.
Llegamos a la sala y nos dimos cuenta de que el escenario estaba en un sitio poco propicio, ya que delante no cabía demasiada gente. Pero bueno, tampoco éramos tantos. Lo siguiente que vimos es que éramos los más jóvenes del lugar.
Con cierto retraso sobre la hora prevista (que ya era tardía) se subieron al escenario Molina y los suyos. Empezaron el recital con "Animales sueltos", a la que siguió "Manicomio". Molina pide que suban la luz para "vernos las caras" y porque aquello parecía "un puticlub" y atacan el clásico entre los clásicos: "No hay ningún loco". Y a pesar de que no había locos, la demencia siguió con "La granja del loco", seguida de "Títeres".
Molina suelta su flauta travesara y se cuelga una guitarra acústica con la que interpretó un tema que yo desconocía. Después siguieron con la cañera (como dijo Molina, "guerrera") "Preparan" a la que siguió un instrumental en el que se lucieron el guitarrista Manolo Arias y, sobre todo, el batería Javier Arnaiz "Bumper". Molina vuelve a coger la acústica y hacen una emotiva "Tocaba correr", seguida de otro instrumental con el que, en palabras del cantante, querían homenajear a Jetro Thul y en el que se lució el teclista Peter Mayr, sublime con ese órgano Hammond que da al grupo un sonido cercano a Deep Purple.
Está claro que la música de Ñu no es para "desfasar", sino para disfrutar de lo buenos músicos que son, así que disfrutamos igual de este largo "intermedio" instrumental (y del que vendría después, jejeje).
Lo malo de que el concierto fuera tan tarde es que la gente llegó un poco "cargada", de forma que el comportamiento de parte del público no era del todo cívico, lo que molestaba a un José Carlos Molina que ya hacía rato que demostraba pocas ganas de ser majo (que normalmente NO lo es). De hecho, en cierto momento dijo algo así como "¿Qué pasa? ¿Que soy antipático? Pues traed al Yosi" (se refería al cantante de Los Suaves, y yo pensando "A mi Yosi no me lo toques...").
Después de otro tema instrumental que, según dijo Molina era para un programa de televisión, éste volvió a coger la acústica para interpretar una versión sorprendente de "La bailarina", en la que Molina, además, hizo un breve solo de flautín, y en cuya coda tocó también la flauta travesera.
La cosa tocaba a su fin, y así hicieron "Cuentos de ayer y de hoy", "El flautista" y, para cerrar antes de los bises, "El tren", con dedicatoria irónica a los extintos Leño (que en su época lideró Rosendo).
Parecía que se retrasaba su vuelta al escenario, y al asomarnos un poco a un lateral, vimos a Chalsetto (de los 40 Principales y el responsable de buena parte del movimiento de conciertos de Rock en Asturias) hablando con Molina, suponemos que intentando convencerlo para que volviera. Afortunadamente lo consiguió y los Ñu volvieron a subirse al escenario a interpretar un "Más duro que nunca", en el que Molina volvió a cambiar su fiel flauta por otro instrumento, en este caso, una armónica.
Ya eran casi las tres de la mañana y la actuación se terminaba. Balance final: un sonido bastante bueno, un repertorio bien elegido aunque algo corto (se echaron de menos temas como "Robin Hood" o "Marisoka"), unos músicos muy buenos y un José Carlos Molina borde y antipático como pocos, pero también carismático y, para qué mentir, perfectamente conocido por todos los que estábamos allí, así que nadie se extrañó de su antipatía.
Nos veremos en el próximo concierto.
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